Tras participar en esta prueba, tenía diez minutos para quitarse los protectores y cambiarse antes de competir en la modalidad de Street femenino. Por ello, volvió a entrar en la oficina, en la que en ese momento había un hombre y una mujer, que "se pusieron a gritar en inglés cuando vieron que empezaba a cambiarme", asegura. "Cuando estaba en sujetador, bragas y camiseta, apareció un hombre que me levantó de la silla, me empujó y me arrastró fuera de la oficina. Entré de nuevo para recuperar mi mochila, pero entonces me dio una patada en la pierna, me cogió de los pelos y me arrastró entre seis y diez metros. Intenté defenderme dándole patadas" explica Serret.
Cuando los servicios de seguridad lograron separarlos, Serret les dijo que quería denunciar la agresión a los Mossos, pero tuvo que llamarlos ella misma. Los agentes le enviaron una ambulancia, pero para lograr un parte médico le dijeron que debía ir a un hospital. "Tardé cuatro horas en conseguir que el organizador del evento me facilitase la documentación para ir a la Mutua", se queja. Allí le hicieron un parte por contusiones múltiples. "Aún me duele el cuello y tengo moratones en la espalda y en una pierna", afirma. Después se fue a una comisaría, puso una denuncia y avisó a los Mossos de que el agresor es extranjero y se marcharía el lunes a Basilea (Suiza). "Me comentaron que como no había fractura ni herida no podían hacer nada", se lamenta. El domingo, Serret tenía que participar en la final y se cruzó tres o cuatro veces con su agresor. "Por eso, las chicas, que somos unas ocho, decidimos que no patinaríamos si él seguía allí".
Se lo llevaron y patinaron todas, salvo Serret que, cuando salió a competir su ronda final de un minuto, hizo una sentada a modo de protesta. Después le dieron el premio de la final del año pasado. "Es increíble que el ayuntamiento y la Diputación de Barcelona hayan permitido que el agresor se presentase allí el día después", opina Serret.
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